Ralf Dahrendorf: “La adicción al cargo político siempre es preocupante, porque, cuando los dirigentes dejan de reconocer los límites de su poder, las democracias se vuelven autocracias. Al comienzo se produce la desconexión, a la que sigue la creencia de que son los únicos que saben lo que conviene y lo que no. Cuando Tony Blair dice que la libertad más importante es la seguridad contra los ataques terroristas, ha olvidado los primeros principios de su partido y su país. Quedarse más tiempo de lo conveniente puede ser la enfermedad profesional de los dirigentes políticos, pero, ante todo, es incompatible con la democracia como marco para hacer cambios sin violencia.” El ocaso de los dioses políticos.