El Bestiario de José Morella reflexiona sobre las contraportadas de los libros, esos textos anónimos que nos atacan desde su inocencia y su anonimato para adherirse a nuestros ojos, o para espantarnos. Morella: “Estos textos parecen crecerle a la tapa del libro como un musgo, como la natural excrecencia de las letras que contiene en su interior, como las gotas de líquido que suda una botella de vidrio cuando la sacamos de la nevera y va perdiendo temperatura. Son puro suplemento. Se hacen cuando la obra está ya terminada, y a menudo sobran. No son necesarios desde el punto de vista de la creación. Sí que lo son a la hora de vender el producto, puesto que forman parte de su envoltorio, hoy en día casi tan importante, tristemente, como su contenido. Pero se da la paradoja de que esta ausencia de autor, este carácter suplementario, es lo que vuelve el tema, para nosotros, sumamente interesante; porque permitiría, teóricamente, cierto espacio de libertad. Al no tener que responder nadie por su contenido, este texto es probablemente el que mejor responde a nuestra época: hecho al final, rápidamente muchas veces debido al ritmo de trabajo de la industria editorial, y fuertemente orientado a llamar la atención de los lectores, a servir de cebo para que se traguen el anzuelo completo, el libro, y se dejen sus buenos euros en él. El análisis discursivo de estos textos promete desvelar la red de estrategias comerciales de la industria de la literatura: cómo el conocimiento es convertido en producto.”