Alberto Chimal escribe sobre el cómic de Breccia y Oesterheld Mort Cinder: “La serie, publicada de manera discontinua —y a lo largo de un periodo muy angustioso tanto para Breccia como para Oesterheld—, es, al contrario de El eternauta, abierta, carente de una conclusión y hasta de un desarrollo del personaje central, cuyos propios enigmas se aplazan hasta más allá del fin del último relato. Pero precisamente allí está la gran virtud de la serie y de los guiones de Oesterheld: transformado en cada historia en un ser distinto —a veces desvalido, a veces taimado, a veces rebasado por los hechos y a veces capaz, incluso de triunfar sobre sus dificultades, como un héroe tradicional—, Mort Cinder se parece menos a Melmoth, el «judío errante» de Charles Maturin que al Inmortal de Jorge Luis Borges: su propia identidad está reducida a nada entre los recuerdos innumerables.” El pasado se levanta del polvo: Mort Cinder.