La carcajada quizás sea la única respuesta sana a la cenita de ayer con la vicepresidenta del Gobierno de anfitriona y la presidenta de Chile como invitada especial, y el requisito para asistir: ser mujer. Lo primero que se me ocurre es ¿habrán dejado entrar a algún transexual? En fin, estas cosas de la nueva izquierda tienen el grave peligro de ser profundamente de derechas: discriminación, maniqueísmo, polarización y profunda estolidez. Ánxel Vence recuerda algo esencial respecto de todo esto: “Por descorazonador que pueda parecerles, los creadores de este lenguaje no han inventado nada nuevo ni mucho menos revolucionario. En realidad, las viejas normas de etiqueta ya exigían que se tratase con particular deferencia a la parte femenina de la especie de los grandes simios, lo que obligaba a cualquier orador a iniciar su discurso con la fórmula “Señoras y señores” o la todavía más formal de “Damas y caballeros”.
De manera algo menos caballerosa, pero igualmente bisexual, es eso lo que hacen ahora quienes se empeñan en utilizar el latiguillo «compañeros/as», «coruñeses/as», «vecinos/as» o cualquier otro que se acomode a la ocasión.” Señoras y señores.