Camilo José Cela Conde: “La vergüenza del verdugo, entendida en términos históricos, llevó a ocultar su rostro bajo una capucha antes de que ese mismo privilegio le fuese concedido al reo. En realidad, la exhibición del condenado a la ejecución formó parte del castigo y, así, la vileza del garrote vil tan popular en cierto tiempo en España consistía precisamente en eso, en someter al reo al escarnio público. Pero cuando la venganza personal pasó a ser, por ley, venganza colectiva, el de verdugo se convirtió en un oficio infame. Suficiente razón para ocultar su rostro.
Es Berlanga, el director de cine español, quien mejor ha sabido narrar el drama del verdugo convertido en brazo armado de una sociedad lo bastante melindrosa como para negarse a asumir el papel de ejecutor. A cambio de unas monedas—la referencia a Judas es obligada—se lleva a cabo un acto que resulta pronto despreciable. Los verdugos no están bien vistos, pues, en sociedad. Pero el cinismo de esa postura resulta patente: la pena de muerte no sólo continúa estando bien vista sino que forma parte según dónde de algunas de las más eficaces armas electorales.
La civilización consiste, por tanto, en matar mejor, cargando el estigma en un pobre hombre —el verdugo— y disfrazando el tránsito del otro también con frecuencia pobre hombre —el reo— mediante fórmulas de asepsia.” Cómo matar mejor.
2006-05-10 20:36
Si todo se reduce a dos personas, reo y verdugo, ¿porqué no dejar que ellos mismos decidan la fórmula magistral que los “satisfaga” a ambos? Método, lugar, día y hora. Sin espectadores. Dejemos que sean los cineastas quienes rueden películas de terror, por favor. ¿No tenemos suficiente dosis de muerte con tanta enfermedad y tanta hambre, tanta guerra y tanta droga? Un cara a cara sería lo más honesto.