Manuel Alcántara, Una mano amiga: “Cuando Arthur Koestler y su mujer fundaron una sociedad llamada ‘Exit’, intentaron en vano explicarnos que no se trataba de matar al abuelito porque tosía mucho, sino de abreviarle los trámites, a reiterada petición del interesado, a enfermos desahuciados que padezcan dolores insufribles. Los fundamentalistas religiosos, que pueden pertenecer a cualquier religión, volvieron a insistir en que la vida es sagrada, pero no entraron en detalles de a qué vida se referían. ¿Quizá a la de la persona que precisa colaboración para rascarse y para limpiarse el culo? Hay gente tan piadosa que prefiere que estos desventurados prolonguen su agonía «hasta que Dios quiera» llevárselos y mueren entre horribles sufrimientos. Creer en un Dios así se las trae, pero ya sabemos que la fe es un don.”