No alcanzo a comprender la necesidad espiritual de comprarse un coche; y tampoco el culto a las vacaciones; si no es como huida de uno mismo, de la realidad cotidiana que uno se va construyendo día a día. Así, un día, ya no se gusta uno y tiene que largarse de sí mismo unos días. José Luis Manzanares: “La periódica desbandada ni siquiera se interrumpe por el mal tiempo. Cualquier familia que se precie —y quiera ser socialmente correcta— debe comprarse un coche, aunque luego, para ir al trabajo, se recurra al transporte público. Si se dispone de un auto que ha costado lo suyo, y lo sigue costando con el seguro, el impuesto municipal y los probables gastos de garaje, y que, además, apenas se usa de lunes a viernes, es lógico que se le saque algún provecho los sábados, domingos y fiestas de guardar. O cuando llega uno de esos milagrosos puentes que multiplican los días de asueto sin afectar lo más mínimo a nuestra economía. Habrá de reconocerse que, en todo caso, el desembolso por la compra de un coche —también la de un último modelo medianamente lujoso— poco significa en comparación con lo que se pide, y se paga, por unos metros cuadrados de apartamento. Una vez en la autovía —y particularmente dentro de un atasco— hay menos diferencias entre los ocupantes de los turismos que entre quienes moran en bellos palacios y los que malviven en humilde corrala.” Del coche, la gasolina y los ‘puentes’.
2006-05-05 17:03
Pasamos la vida huyendo de nosotros, sin pararnos a mirarnos en el espejo. Cualquiera de nosotros si fuera coherente con él mismo debería cambiar de vida, muchas veces, drásticamente. Pero nos falta el valor y nos sobra la comodidad.