Del poder del ladrillo: “No todos los materiales tienen esta capacidad para separar unos mundos de otros. La tiene el cuerpo humano, por ejemplo. El feto de una embarazada está ahí mismo, sí, al otro lado del vientre, y sin embargo se encuentra en otro mundo, en un universo inaccesible. La cáscara del huevo, siendo tan delgada, y tan frágil, posee también esa virtud. Si usted ha tenido entre las manos un huevo fecundado, y en proceso de incubación, se habrá sorprendido de lo lejos de nosotros que se da ese proceso, pese a estar tan cerca. Naturalmente, se puede romper el huevo y sorprender al animal a medias, pero cualquier persona medianamente sensible lo consideraría una brutalidad. Quienes de pequeños, cuando aún existía el medio rural, iban a buscar nidos de pájaros para cometer la crueldad de abrirlos, conservan un sentimiento de culpa permanente. Romper un huevo en tales condiciones es como penetrar en una dimensión que no te pertenece, o como mezclar instancias de la realidad que deben permanecer separadas. Es un sacrilegio.” Juan José Millás, Las dimensiones de la realidad.