Félix de Azúa, Ley de la selva, pero ley: “Muchos ciudadanos catalanes convencidos (¡todavía!) de que viven en la región más europea de España, van tragando uno tras otro los actos de endogamia, clientelismo, corrupción y enchufismo del Gobierno. Poco a poco, sin embargo, se percatan de que asisten a una representación teatral de muy baja calidad, peligrosamente próxima a la marbellí. Todos esperábamos un John Gielgud y nos están dando Martínez Soria. Y la causa de este fracaso es la incapacidad profunda de las élites catalanas, ¡tan caciquiles!, para respetar la ley de la selva.
Reconozcámoslo: el president no cuenta con buenos actores de plantilla, sólo con aficionados y caricatos de aldea. En el último cambio y tras una patética entrevista en El País donde parecía un político turco (“¡tenemos el mejor Estatuto de Europa!”, decía), Pasqual Maragall ha situado en lugares estratégicos y junto al temible Vendrell a las escasas figuras de la compañía que aún no se han desprestigiado. Son divos que llevan gateando por el escenario desde la infancia. Uno les desea la mejor acogida por parte de este público que tanto les quiere, pero, atención, estamos quemando lo que nos queda de arte escénico democrático.”