Las minas antipersona son el perverso recuerdo de las guerras; años después de que el conflicto se haya terminado siguen matando y cercenando miembros en los miles de kilómetros cuadrados en que han sido plantadas para brotar en cualquier momento. Esas plantaciones permanecen en los países del conflicto como un lastre que coharta el desarrollo, mutila y mata, y el coste económico y humano de la recolección es insoportable. Ahora se etá trabajando en un proyecto de biotecnología para detectar y localizar las minas: “Una vez desarrollado, el sistema de detección sería tan sencillo como introducir una cepa con miles de bacterias transgénicas en el interior de cápsulas que se arrojarían sobre el campo en cuestión. Dentro de estas cápsulas habrían sido inoculados los genes responsables de la fluorescencia de las medusas, manipuladas para su reacción ante la presencia de explosivos. Al deshacerse la cápsula, si existiera material explosivo cercano, las bacterias se iluminarían delatando la presencia del explosivo. De esta forma, decenas de puntos luminosos revelarían la posición de cada una de las minas, creando un mapa de luz que permitiría desactivarlas fácilmente.” Antonio Martínez, Bioremediación contra minas antipersona.