Pablo Daga, La sociedad y el arte contemporáneo: “Hace dos siglos, sin tener amplias nociones técnicas, difícilmente habría llegado usted a ninguna parte en este mundillo. Hoy un buen padrino y una promoción adecuada tal vez no le haga llegar al MoMA —¿o sí?—, pero a buen seguro pueden concederle algún premio y no pocas exposiciones. Su obra puede camuflarse perfectamente en cualquier sala de arte contemporáneo del mundo. Al fin y al cabo, el público no familiarizado con las nuevas tendencias —pongamos un 99% del total—, díficilmente distinguirá un guiño genial a la obra de Richard Serra de una obtusa chapuza. Así el número de artistas que exponen —y por lo tanto venden…— puede crecer desmesuradamente sin que nadie proteste alarmado por la proliferación de mediocridades. Creo que a nadie se le escapa que es imposible que haya, en los países civilizados, tantos artistas como premios de arte o espacios dedicados a muestras artísticas.”