Dante Carbonela, Los mayas: calves para una lectura de un misterio vigente: “Alejar a las masas de los secretos de la escritura respondía, entre los mayas, a causas ideológicas, o sociales. No era el deseo de poder y de restringir el número de miembros capaces de manejar y utilizar tales secretos y recursos intelectuales. Se trataba de una prohibición y separación ritual-mística. No todo extraño tenía derecho a conocer la sagrada escritura. Sin embargo, a todo niño se le permitía comenzar la instrucción desde una edad muy temprana, sin importar su pertenencia social al grupo de los agricultores, guerreros, sacerdotes o artesanos. El Guerrero era Cazador. El Agricultor era Artesano. El Sacerdote era Poeta, creador de la «palabra-semilla» o la «semilla-palabra», en maya MUL-T’AN. MUL es una semilla de una hierba que se pega a la ropa.
Aquí lo que se llama «ropa» es la memoria del futuro, a la cual la palabra se adhiere y perdura en una luz tenue, la «ardentía», la «luz cinerea».”