Xosé Luis Barreiro Rivas, a tenor del entusiasta apoyo a la boda homosexual del PP gallego, saca conclusiones: “Lo que viene a significar esta boda, en términos políticos y sociológicos, es que el PP ya da por bueno todo lo que antes consideraba una inmoralidad y un ataque a la familia, y que, lejos de insistir en la famosa vía de la objeción de conciencia —¡vaya ridículo!—, se dispone a llenar de glamur las uniones homosexuales que tanto repugnaba.
La situación no tiene nada de nuevo, ya que lo mismo que se hizo en Ourense con las bodas entre homosexuales, se hace ya con el divorcio y el aborto, y se hará muy pronto con la investigación con células madre. Y por eso cabe suponer que, si se entra con tanta prontitud por la vía de hecho, olvidando las prédicas apocalípticas con las que siempre se trata de cerrar el camino al progreso social y científico, tampoco estamos lejos del momento en que, dando por sentado que el Estatut es una ley del Estado, y que tanto los andaluces como los gallegos nos disponemos a exigir lo mismo que Cataluña, veamos al PP defendiendo con ardor el término nación , de igual modo que defienden ahora aquella consideración de nacionalidad que, a decir de Manuel Fraga, iba a acabar con nuestra patria y nuestra historia.” La boda, la nación y el programa del PP.