Ramón de España divide a los políticos salvapatrias en dos clases: lo que se creen sus delirios y los que buscan lucrarse; de ejemplos varios, pero se pregunta si Berlusconi es de los primeros o de los segundos. Yo creo que hay una tercera clase en la que incluuiría a varios de la jugosa lista, y quizás al italiano: los que comienzan delirando y acaban lucrandose. El final del artículo no tiene desperdicio: ” El problema del populismo es que nunca muere, sólo se transforma. Del mismo modo que, como decía Baroja, el carlismo se cura leyendo y el nacionalismo viajando, el populismo sólo puede ser atajado por la educación, la cultura y todas esas cosas tan bonitas de las que las políticos, digamos, normales, hablan constantemente sin hacer lo necesario para fomentarlas. Igual piensan que un electorado demasiado inteligente puede enviarlos al paro.” ¿Populismo? No gracias.