No sé a quién se lo he leído estos días: Zapatero ha gozado de la inmensa ventaja de no ser tomado en serio por casi nadie; cada paso que da es o ninguneado o denostado burda y torpemente. Y así cada vez está más afianzado en su posición. Manuel Campo Vidal ofrece su versión de la remodelación del Gobierno, y da un avance de lo que viene, que parece ser mucho: “Esa eficaz línea medular del Gobierno peligra por la proximidad de las autonómicas. Jordi Sevilla es el único que puede plantar cara en Valencia al actual presidente Francisco Camps que, aun así, podría renovar. López Aguilar sería con bastante probabilidad presidente de Canarias si Zapatero lo envía al archipiélago, pero se resiste férreamente. Una persona muy cercana declara a La Voz: «Juan Fernando lo que quiere es ser ministro de Asuntos Exteriores». O sea, lo mismo que Durán Lleida , que esta semana, aprovechando el 70 aniversario de Unió Democrática, ha venido a decir que «ya les toca entrar en el Gobierno». Especialmente a él, se entiende. Y en Exteriores, según se sabe.” ZP sirvió sólo el aperitivo.