Antonio García-Trevijano se lanza a la directa y lejana a eufemismos reivindicación de la III República en un discurso en el que critica con dureza el concepto de Monarquía y centra las bondades republicanas en, entre otras muchas, lo que supondría como disipadora de nacionalismo disidentes: “Un Presidente de la República Española, elegido por sufragio directo de todos los españoles, o sea, de catalanes, vascos, gallegos, canarios, andaluces, castellanos y demás comunidades autónomas, produciría en España los mismo efectos integradores y patrióticos que en Estado Unidos. Además de asegurar institucionalmente la democracia formal y de evitar la corrupción de la clase política, mediante la separación de poderes, la institución presidencial daría lugar, en muy poco tiempo, a la preponderancia del sentimiento unitario español, sobre los sentimientos locales. Y el terrorismo separatista se desvanecería en el vacío, al quedar privado de su base sentimental.” La III República Constitucional.