Niall Ferguson: “¿En qué se equivocaron los neoconservadores? En primer lugar—afirma Fukuyama—sucumbieron a la ilusión de que la hegemonía benevolente sería acogida positivamente allende las fronteras. En segundo lugar, se fiaron excesivamente de su capacidad de alcanzar sus objetivos mediante una acción unilateral. En tercer lugar, suscribieron una doctrina de la acción preventiva dependiente, en mayor grado de lo posible, del conocimiento del futuro. Y, por encima de todo, no supieron ver los riesgos de la democracia en el Gran Oriente Medio; esto es, que Iraq podría fragmentarse o que los islamistas podrían ganar las elecciones. Fukuyama no es el primer partidario de la guerra que se arrepiente. Por otra parte, hace tiempo que los intervencionistas progresistas, que justificaban el derribo de Saddam por razones humanitarias, mordieron el polvo (uno de ellos, Michael Ignatieff, ha tratado incluso de expiar sus errores pasados convirtiéndose en diputado canadiense, una poco frecuente forma de penitencia). Sea como fuere, el de Fukuyama es el giro más oportuno y tempestivo que coincide además con un perceptible cambio de talante social. La decepción por la cuestión iraquí ha empezado a permear la en otro tiempo tierra fértil, leal a Bush, del norteamericano medio.” La despedida de los neocons.