Una interesante visión de hacia dónde nos puede llevar la progresiva reducción del índice de natalidad: “Las familias con un solo hijo están más expuestas a la extinción. Un hijo único sustituye a uno de sus progenitores, pero no a los dos. Y esos hogares tampoco contribuyen mucho a la población futura. El 17,4% de las mujeres del baby boom sólo tuvieron un hijo. Sus descendientes constituyen sólo el 7,8% de los niños nacidos en la siguiente generación. Mientras, casi una cuarta parte de este grupo desciende de las mujeres que tuvieron cuatro o más hijos (el 11% del total). Estas circunstancias están conduciendo al surgimiento de una nueva sociedad cuyos miembros descenderán, en su gran mayoría, de padres que rechazaron las tendencias sociales que hicieron norma la ausencia de hijos y las familias pequeñas. Entre estos valores se encuentran la adhesión a una religión tradicional y patriarcal, y una pronunciada identificación con la nación o el pueblo.
Esta dinámica contribuye a explicar, por ejemplo, el acercamiento gradual de los estadounidenses a los fundamentalismos religiosos. Entre los Estados que votaron a Bush en 2004, las tasas de natalidad son un 12% más elevadas que en los que votaron a Kerry. Esto también puede contribuir a explicar la creciente resistencia popular al baluarte del liberalismo secular que es la UE. Resulta que los europeos con más posibilidades de definirse como “ciudadanos del mundo” son también aquellos con menos posibilidades de tener hijos.” Phillip Longman, El retorno del patriarcado.