“El economista típico vio los veraniegos cacerolazos de la clase media con simpatía. Los leyó de acuerdo a su Weltanschauung: era el ruido de los que estaban hartos de los políticos populistas, ineptos, corruptos; el estruendo que reclamaba una Argentina seria, que encomendara su conducción a un staff de managers que lucieran sus MBA. El país-empresa, eficiente, parametrable. ¡Fuera De la Rúa! ¡Fuera la Corte! Pero luego avanzaron sobre los bancos, destruyeron cajeros, llamaron ladrones a los grandes banqueros. La algarada se convirtió en convulsión. Instituciones sagradas tuvieron que recurrir al chapón como respuesta.” Julio Nudler:
Balada del economista típico