Teniendo en cuenta que por más asesinos que sean ETA tiene detrás un amplio y fiel respaldo social, que impide calificarlos simplemente como una banda o una mafia (que también), Otis B. Driftwood, como parte de su análisis, habla de algo preocupante: “Pero hay un riesgo más que debe tenerse en cuenta: que de la ETA que abandone las armas se escinda un grupúsculo de exaltados, igual que sucedió en Irlanda. Eso sería un gran peligro por cuanto esos incontrolados sólo conocerían el lenguaje de las bombas y el fanatismo. Muy probablemente hablaríamos del sector más joven que ahora integra la banda, más radical y menos instruido que quienes ocuparon su dirección hasta 1992; por tanto, más difícil de llevar al redil de la democracia.” Escenarios.