En realidad, tal y como están las cosas, debiéramos preocuparnos sólo de las cosas esenciales de la política, y no de estas medianías y bajezas diarias de exabruptos y excrementos que nos acaban salpicando a todos. Por ejemplo, tratar de la independencia total del poder judicial respecto del ejecutivo: “¿Debe un fiscal general del Estado hacer conjeturas políticas como si fuera Rubalcaba o López Aguilar? ¿No sería mejor que, en vez de hacer análisis políticos sobre Batasuna y el Partido Comunista de las Tierras Vascas, invirtiera su tiempo en ver qué pasa con las concesiones eólicas en Galicia, que a todo esto es su tierra? En un país donde la división de poderes se confunde a menudo con otras cosas ya no sorprenden declaraciones como las del fiscal Conde-Pumpido, pero aún así, se agradecería algo más de decoro. No ya jurídico, sino político.” José Luis Gómez, El fiscal del Gobierno.