Que el agua será, casi ya es, el petroleo del siglo XXI parece una evidencia. Las aves de rapiña preparan sus picos. Silvia Zimmerman del Castillo, Todo es agua: “El drama está instalado y el conflicto, en ciernes. Basta hacer referencia a algunas cifras: 1100 millones de seres humanos carecen de agua potable; 2400 millones sufren la falta de saneamientos adecuados de las aguas; dos millones de personas —la mayoría, niños— mueren cada año de enfermedades asociadas con la falta de agua sana. Meros números. Mediciones siempre frías, siempre abstractas. Basta con pensar en que, hacia 2025, se prevé que la demanda de agua será un 56 por ciento superior a la capacidad de suministro. Un 56 por ciento en el que no nos sentimos implicados, al menos nosotros, tesoreros, como somos, de una de las mayores reservas de agua potable del planeta. El mal parece ser algo que aqueja siempre al otro que no tiene rostro. Sin embargo, ésa es la realidad y una hipótesis de desenlace —no improbable, a la luz de las concepciones vigentes— es la guerra, con su capacidad de transformar ese 56 por ciento en un ciento por ciento de tragedia global.”