Marcos Aguinis cuenta su paseo por la exposición sobre el dadaísmo en la National Gallery of Art de Washington: La revolución dadaísta: “El visitante es sorprendido por un gigantesco muñeco colgante llamado Angel Prusiano, que se confeccionó en el Berlín de aquellos tiempos. Este curioso ángel es un oficial con cabeza de cerdo suspendido del cielo raso, de la misma forma en que lo exhibieron por primera vez, durante los tiempos iniciales del dadaísmo.
La enorme marioneta está envuelta por un póster que grita: «Vengo del cielo, del cielo en lo alto», como canta un carrillón de Navidad. De su cintura cuelga un cartel que indica cómo se puede entender esta obra de arte, y para ello –señala– es preciso marchar doce horas diarias en rígida formación militar con una pesada mochila en el campo de entrenamiento de Tempelhof, de Berlín. Fue una descarnada burla de los mismos alemanes sobre la metodología prusiana, cruel e irracional, que se constituyó en la atracción central de la Primera Feria Dada y provocó el enojo de las autoridades, que reprimieron a los artistas y a la muestra.”