Carlos Taibo, ¿Adiós a Milosevic?: “Si alguien se pregunta, en suma, cuál fue, una vez podadas las ramas que impiden la visión del fondo, la querencia mayor de Slobodan Milosevic —aquélla a la que se supeditó un puñado de espasmos criminales—, habrá que responder que no fue otra que la preservación de un feudo de capitalismo mafioso en la Serbia de finales del siglo XX. En la construcción del chiringuito correspondiente no faltó, dicho sea de paso, y aunque a menudo se olvide, una inmoral privatización de la economía pública en provecho de algunos de los familiares más cercanos de nuestro hombre. Para bien o para mal —más para lo segundo que para lo primero—, ésta es la imagen principal que Milosevic deja a los ojos de la mayoría de sus compatriotas. Y es que, cuando uno pregunta en Belgrado al respecto, lo común es que las gentes muestren un sonoro desprecio por un dirigente al que tildan de corrupto e inmoral, frío y distante. Si en algún caso excepcional se escucha la concesiva aseveración de que emplazó a Serbia en guerras poco afortunadas —todos los contendientes se habrían comportado en ellas de la misma manera—, es muy raro, rarísimo, que el ciudadano de a pie se avenga a reconocer la responsabilidad decisiva de Milosevic en atroces hechos de sangre verificados en los países vecinos.”