La crispación del ambiente político suele funcionar. La idea es encaminar el descontento de la gente (que siempre existe a nivel individual y por un sinnúmero de razones individuales) hacia el objetivo: que la gente descargue su descontento sobre tal personaje o cual partido políticos. Y claro, el crispador no tiene por qué tener ninguna idea positiva sobre nada; sólo tiene que crispar. Lluís Foix: “El agitador es aquel que desfigura la verdad con trampas, mentiras, sospechas y rumores. La crispación nos la hemos creído. No tanto porque exista sino porque nos dicen que estamos crispados. Es una crispación consecuencia del ruido, de la falta de reflexión, del odio o la incomprensión del otro. Es falta de racionalidad. En una época ilustrada como la nuestra, con tanta información, tanta opinión, tertulianos en todas las tribunas públicas, criterios sin fundamento, debates en televisión, Internet, foros y discusiones sobre lo que ocurre en tiempo real, en esta época tecnológica y de progreso resulta que no sabemos exactamente lo que pasa.” Triunfan los agitadores.