Juan Ignacio González, Laicismo y derechos civiles: “La Constitución de 1978 es de inspiración laica, pero lastrada por alguna referencia a la religión católica y sus privilegios, impuesta por la transición. Propugna una aconfesionalidad pasiva y defensiva que debe ser superada en estos momentos en que la sociedad española es más laica y más plural que nunca. Contra este salto hacia el laicismo activo es contra lo que se revuelven en la actualidad el catolicismo y sus acólitos.
La pervivencia de los acuerdos entre el Estado español y el Vaticano, que sólo contienen obligaciones para el primero y que contradicen frontalmente el espíritu constitucional, suponen una limitación para el pleno desarrollo de la libertad de conciencia. La Iglesia quiere seguir manteniendo los privilegios que le da la Constitución y mucha de la legislación en vigor.”