Acabamos de saber de los beneficios cósmicos de muchas de las grandes empresas de este país, empresas que lloran constantemente aduciendo escasos márgenes —pienso en Telefónica y su servicio de acceso a internet, por ejemplo, el más caro de Europa— y que nos escupen a la cara sus millones en ruedas de prensa de postín. Eulogio López critica la tendencia a aligerarlo todo a raíz de la aparición de un nuevo diario económico y su nebuloso manifiesto de intenciones, y dice respecto del editorial: “Yo diría que el escenario que describe es pavoroso, un panorama donde la persona, la que no posee fabulosas sumas de dinero, queda preterida frente a las grandes instituciones que, por cierto dirigen, que no poseen, otras personas. Podríamos decir que el comunismo no logro terminar con la propiedad privada pero el capitalismo sí que amen con lograrlo, a costa de reducir los flujos monetarios de ahorro e inversión a través de enormes canales —especialmente las instituciones de inversión colectiva y las haciendas públicas— dirigidos por una aristocracia que hace lo que le viene en gana con nuestro patrimonio, y al que sólo podemos pedir cuentas a posteriori, cuando ya es demasiado tarde. Es un mundo dirigido por unos pocos que toman decisiones por muchos. No es monarquía: es aristocracia, el peor de los sistemas políticos, económicos y sociales posibles.” Pensamiento bajo en nicotina.