David de Ugarte: “Correos era la joya de la corona del Estado, no sólo por la confianza que inspiraba a los ciudadanos, sino porque expresaba los valores de cohesión social y territorial en los que se legitimaba. Correos, una red de distribución descentralizada de arriba a abajo—no distribuida—con cobertura en todo el territorio nacional, podría ser más lenta, pero era eficiente, segura, barata y universal. Era el ideal de servicio público. Servicio sostenido en una verdadera fé: el secreto y el derecho universal a las comunicaciones [...] Volvía a casa y pensaba que Correos, el socialismo y las redes descentralizadas en general agonizan por esa marea de pequeñas o grandes arbitrariedades que permiten a los nodos y que al final—como pasó con el servicio militar—la sociedad acaba por no perdonarles. Igual que la mili desapareció porque nadie quería ser víctima de las arbitrariedades del cabo o sargento de turno, hoy por cada carta enviada por el sistema postal público se envían casi 10 emails. Todo un síntoma: el correo electrónico funciona sobre una red distribuida. Una red que a que a diferencia de Correos es robusta por si misma: en principio no hay cartero o central que pueda ponerte un filtro… por mucho que en algunos casos sea posible cuando menos trazarte.”
No me enviéis correo postal.