Yo no sé muy bien si la propuesta de Richard N. Haass es un avance indudable o el camino hacia la sumisión obediente al interés de unos pocos: “es preciso redefinir la soberanía para que los Estados puedan hacer frente a la globalización. Esta trae aparejado un aumento del volumen, velocidad e importancia de los flujos internos e internacionales de personas, ideas, gases de efecto invernadero, mercaderías, dólares, drogas, virus, mensajes electrónicos, armas y muchas otras cosas. Es un reto a un principio fundamental de la soberanía: la capacidad de controlar las fronteras. Los Estados soberanos tienden cada vez más a no medir su vulnerabilidad respecto de otros Estados, sino de las fuerzas que escapan a su control.
La globalización implica, pues, que en realidad la soberanía no sólo se está debilitando: necesita debilitarse. Los Estados deberían tener la sensatez de debilitar su soberanía para protegerse, puesto que no pueden aislarse de lo que sucede en otros lugares. La soberanía ya no es un refugio sagrado.” La soberanía ya no es lo que era.