María Dubón pinta un desolador panorama en los países subdesarrollados, tras lo que dice: “¿Qué podemos hacer nosotros?, nos preguntamos deseosos de ayudar. Nuestra solidaridad no es útil porque los problemas del subdesarrollo no se resuelven enviando sacos de trigo, ropa de segunda mano o toneladas de medicamentos a unos pueblos que carecen de médicos y hospitales. La única manera de ayudar que tenemos a nuestro alcance es presionando a nuestros gobernantes para que se modifique la legislación internacional que deja desprotegidos a los países pobres frente a los ricos. Creando normas que obliguen a los mandatarios de países subdesarrollados a establecer los mecanismos necesarios para el desarrollo de la economía y el acceso a la cultura y a la sanidad de todos los ciudadanos.”
Nada.