Rodrigo Fresán escribe sobre la exposición de las fotografías de
Diane Arbus: “Porque las fotos de Diane Arbus se introducen por la pupila, se instalan en el cerebro, y allí se quedan para siempre. Y uno que las miró y las admiró tantas veces en tantos libros de pronto descubre —en vivo y en directo, todas juntas ahora— que hay ciertas fotos que no se han visto del todo hasta que son ellas las que nos ven a nosotros, colgadas en las paredes, tamaño natural, viéndonos pasar y pasándonos, como si fuésemos las páginas de un libro de Diane Arbus.”
Aristócratas y secretos.