A Bush parece que se le acaba el crédito internacional, y la excusa de la lucha antiterrorista para cercenar los derechos fundamentales de ciudadanos —propios, pero sobre todo extranjeros— con campos de concentración y cárceles ocultas principalmente semeja que ya no puede sostenerse por mucho tiempo. A gran escala, el terrorismo sirvió para invadir dos países sin que se notase merma alguna en la actividad terrorista internacional, y las declaraciones públicas del Gobierno y el aumento del presupuesto armamentístico no parece que vayan a frenar este frenesí bélico. Alfredo Toro Hardy reflexiona sobre el arsenal Bush: “En cuarto lugar, podríamos citar la falta de correlación entre las prioridades de defensa y lo que se considera como la mayor amenaza a la seguridad norteamericana. Mientras esta última es identificada con el terrorismo, su énfasis armamentista está en el desarrollo de sistemas ultra sofisticados como las armas espaciales, los F-22 o los armamentos robóticos. Estos sirven poco o nada para combatir a terroristas escurridizos dentro del contexto de una confrontación asimétrica.” El poder militar estadounidense.