En Bestiario José Morella perfila la figura del discípulo de Freud Otto Gross, cuyas teorías anarquistas y su vida coherente con su pensamiento influyeron en escritores como kafka, Weber o D.H. Lawrence: “Su tarea era la de despertar a la sociedad patriarcal de su letargo, darle conciencia de que su propia existencia como sociedad, basada en lo masculino y encarnada en la figura de Bismarck, apisonaba el erotismo básico y liberador de lo femenino. Reclamaba una sociedad matriarcal, basada en el concepto de lo erótico. Lo erótico era la idea que debía subyacer bajo la revolución anarquista, del mismo modo que lo igualitario y lo fraterno subyacían bajo la revolución francesa. Por supuesto, la sociedad burguesa aplastó a Gross. Como no era el típico hombre de ideas, que da sus clases o hace sus trabajos científicos sin relacionarlos con su vida real y cotidiana, Gross llevaba una vida absolutamente coherente con su conciencia. Quién sabe si, de haber tenido una discreta vida burguesa, sus ideas habrían sido más duraderas. La cuestión es que sus actitudes eran cualquier cosa menos convencionales. Promulgaba, por ejemplo, que su mujer (Frieda Gross) pudiera decidir por su propia cuenta con quien quería disfrutar de su sexualidad, e incluso con quién quería tener sus propios hijos.”