Carlos Fuentes analiza los sucesos del último año desde una perspectiva latinoamericana y con una visión bastante pesimista de la situación de la región: “Europa, los Estados Unidos, China y la India son hoy las locomotoras mundiales. La América latina, que se ve a sí misma como la prolongación de lo mejor de Europa en el nuevo mundo, pasa a ser furgón de cola. Una riquísima y constante tradición cultural se divorcia cada vez más de un considerable retraso de civilización. Distingo entre cultura —alma de una comunidad— y civilización —el cuerpo de aquélla—. Más que nunca es cierto el pesimista aserto de Alfonso Reyes: «Siempre llegamos tarde al banquete de la civilización». Retrasados en ciencia y tecnología, en educación, comercio y capitalización (no aparecemos entre los veinte o cincuenta primeros lugares de estos rubros) sí hemos logrado avances políticos. Con la anomalía cubana, somos democracias pluralistas. Sólo que el desarrollo político ha ido acompañado de cierto desarrollo económico desde arriba y, casi nulo, desde abajo. Ello explica la aparición de regímenes de izquierda democráticamente electos pero de disímil caracterización. Lula en Brasil, Tabaré Vázquez en Uruguay, Kirchner en Argentina, se comportan, en términos amplios, como demócratas sociales. Chávez, en Venezuela, representa el peligro del caudillo populista disfrazado con fraseología izquierdista y personalidad mussoliniana. Se opone a Estados Unidos en todo salvo en un punto: la fructuosa relación petrolera, indispensable para Chávez y para Bush. Lo demás es demagogia.”
El año del peligro permanente.