Eduardo Alonso: “Lo último en cine casero es el televisor de pantalla gigante, aparato estrella en las tiendas estas Navidades, a la espera de ver en 42 pulgadas los goles de Villa en el Mundial de Alemania. Con el televisor enorme, el sonido envolvente y el mando a distancia se colma técnicamente aquella remota experiencia infantil del cine Exín, el cine sin fin. El adulto es aquel niño que fue feliz manipulando digitalmente (con los dedos) un click, un mecano o una consola de videojuego, tanto da, porque el índice y el pulgar forman la pinza inteligente, un eslabón evolutivo respecto al mono y sutil fuente de placer. Por eso para la dicha y la gracia se dice tocar el cielo con los dedos, tocar mare, el toque femenino… El mejor piropo de la poesía española lo escribió el poeta Pedro Salinas: la vida es lo que tú tocas, decía embobado a su novia. El nuevo espectador de cine es el que ahora se ovilla en el sofá, como un gatazo castrado, rodeado de discos, cables y teclas frente a la pantalla de cristal líquido (metáfora barroca del agua), dándole al mando para el play y el replay.”
El cine en casa.