Fernando Diez,
Emigración y destierro: “¿Se puede tener el derecho de salir, sin tener, al mismo tiempo, el derecho de entrar? En el reconocimiento de esta limitación se funda el viejo concepto del refugiado. En su negación, la práctica que manda que los inmigrantes indeseados serán deportados. Pero ¿hacia dónde? ¿Por qué contra su voluntad? ¿No pueden renunciar a la nacionalidad; es ésta obligatoria?
En otras palabras, ¿tienen los Estados nacionales, en su conjunto, derecho absoluto sobre el globo y sobre los hombres? Frente al conjunto de las naciones, ¿no sería suficiente razón ser humano para tener derecho a habitar la Tierra?
La nueva finitud del mundo, estrechado por una población que se triplicó en menos de cien años, abre un nuevo dilema moral. Un mundo que ha sido completamente reclamado por las soberanías nacionales no deja lugar a hombres completamente libres. Los hombres que no acepten la fuerza con la que las naciones se apropiaron del territorio en detrimento de otros ¿deberían acaso vivir en alta mar? ”