En las teocracias de oriente medio no deja de molestar la libertad de opinión. Hace poco un diario danés publicó una serie de viñetas satíricas sobre Mahoma, provocando toda clase de llamamientos a la censura y al castigo. Félix Bayón: “Los dibujos, por cierto, no tienen nada de irrespetuosos y son más bien tiernos la mayor parte de ellos. Nada que pueda escandalizarnos a los españoles que, sólo en el último año, hemos podido ver por televisión a Carod y Maragall jugando con una corona de espinas, a una barbie crucificada en la cabalgata del día del orgullo gay o un programa en el que se enseñaba a cocinar un crucifijo. País de iconoclastas de salón, en los últimos días hemos visto en la tele pública catalana al cómico Rubianes mandando ‘a la mierda a la puta España’ y deseando que a los españoles nos ‘estallen los cojones’. Más moderado, el cineasta Fernando Trueba seguía jactándose aún de que hace trece años dijo en la entrega de los oscars que no creía en Dios, sino en Billy Wilder. Poca cosa. Hoy día, si se va de iconoclasta, hay que ser más ambicioso. El Jylann Posten puede servir de inspiración. Con un par.” Iconoclastas.