Todos estamos conscientes de que la educación atraviesa una crisis profunda. Salen respuestas de todas partes, pero siempre hay la impresión de que no queda tiempo para probarlas. O no interesa, lo cual se ve en la falta de presupuesto, de instalaciones, de profesorado. Tampoco parece haber un incentivo general para los estudiantes: es como si cada uno, ¡en plena adolescencia!, tuviera que encontrar su propia motivación. Siempre que encuentro algún profesor dedicado a su trabajo, veo lo mismo: alguien que piensa, con razón, que su trabajo no es otro que el de enseñar a pensar. No hay nada más difícil (y quizá más indeseado por la clase política) que eso. Adrián Paenza es profesor de matemáticas en Argentina, y tiene una serie de reglas que funcionan sobre dos ejes: el respeto por el alumnado y el enseñar a pensar. Esta es una de sus reglas: “No se sometan a la autoridad académica supuesta del docente. Si no entienden, pregunten, porfíen, discutan… hasta entender… (o hasta hacernos notar que los que no entendemos somos nosotros).” Las reglas del juego.
2006-02-02 03:06 Me ha recordado al concepto de dialogismo vs. monologismo en Bajtin. El dialogismo como fuente primordial de la creatividad social frente al discurso monológico que ignora al otro. “Dos voces es el mínimo para la vida, el mínimo para la existencia”