Antonio Martínez,
Gestión de la culpa: “En contraste con la de los ciudadanos, la culpa de la administración, si es que se encuentra, suele ser una culpa anónima e indolora, que se resuelve al cabo de veinte años con una sencilla indemnización. Nadie conoce, por ejemplo, al funcionario con nombre y apellidos que decidió otorgar el permiso para construir el camping de Biescas en una torrentera. Ni a la persona que decidió no poner un semáforo en el paso de cebra de Bilbao donde hace unas semanas atropellaron a dos niños.
Se diría que la culpa, como la ocasión, la pintan calva, y ahí está nuestro político, presto a agarrarla por el pelo que le queda. Dice el refranero que «el cojo le echa la culpa al empedrado» y que «el mal escribano echa la culpa a la pluma». En el caso de los políticos, la culpa es solo nuestra, que les votamos.”