He escuchado el Requiem de Mozart tantas veces que me lo sé de memoria, quizás incluso nota a nota; y no deja de emocionarme. ¿Qué habría hecho este hombre si hubiese muerto a los 60 años y no a los 35? Dicen que componía mientras mantenía una conversación, o mientras bailaba en un salón cortesano. Yo no conozco —conozco poco— ningún otro caso tan significativo y espectacular de genialidad, sea lo que eso sea. José Antonio Marina, Mozart y el misterio de la creación: “Más del 50% de los prodigios en ajedrez de Estados Unidos provienen de tres áreas metropolitanas —Nueva York, San Francisco y Los Ángeles— que tomadas en conjunto no abarcan más del 10% de la población del país. Se pueden encontrar porcentajes similarmente elevados de jóvenes violinistas en familias de origen judeo-rusas. Éste es un dato estimulante para los entusiastas de la educación, como soy yo. El talento musical de Mozart quizá hubiera sido reconocido en cualquier época y cultura, pero es muy posible que se haya dado una especial conjunción entre su particular aptitud y el tipo de música que escuchó en su hogar.”