José Cueli: “Orfandad disgregante que impide el desarrollo adecuado de los países tercermundistas con su idioma sin letras y reglas no escritas. Idioma que es el pulso de los desarraigados con un latir misterioso entre quedo y destructivo, desgarrado, mágico y religioso. Idioma de las pérdidas que tiene su encanto en su mortal y lento deleite de veneno, como producto de la escisión en la estructura síquica. Por un lado el ajetreo enloquecedor de la miseria, el hambre, las dificultades económicas, enfermedades y desintegración familiar. Por el otro, el pensamiento mágico, la religión, los enamoramientos y otros sucedáneos que son intentos de esperanzas ilusorias que posibilitan, de alguna forma, llevar con resignación la apabullante y confusa realidad.”
La orfandad del mexicano.