Ayer escuché decir a Bachelet que iba a gobernar con pantalones para las decisiones duras y con faldas para la sensibiliad social: todo un clásico del machismo. A pesar de eso: “La llegada de una mujer, hija de una víctima de la dictadura, divorciada y agnóstica por añadidura es un cambio de aire. Ocurre contemporáneamente con la presencia de un obrero como presidente de Brasil y de un indígena como primer mandatario de Bolivia. La magnitud de esos cambios culturales será difícil de medir, aun andando el tiempo, y es impredecible hoy. Pero sin duda esas novedades achican las fronteras de la discriminación, tienen un carácter ejemplar e inducen a un sano contagio. La historia, como siempre, está por hacerse y nada está sellado de antemano. Pero se trata de cambios promisorios, edificantes que ocurren en la región más desigual del mundo (Chile prima aún dentro de esa tendencia).” La creatividad democrática, de Mario Wainfeld.