Mario Vargas Llosa escribe sobre el encuentro que en 1945 mantuvieron en Leningrado los escritores Isaias Berlin y Anna Ajmatova: “¿Qué hechizó a la Ajmatova de Isaias Berlin? Ante todo, el ruso que hablaba, tan refinado y tan culto, tan tradicional, y su conocimiento exhaustivo de libros, escritores y poemas que la nueva sociedad soviética había ya enterrado como antiguallas burguesas despreciables. Lo bien que conocía la obra de ella misma y la devoción que le mostraba. Y el hecho de que viniera de una Europa occidental a la que, según el testimonio del propio Berlin, todos los intelectuales soviéticos, aquejados de claustrofobia por el encierro forzoso y por la censura que los incomunicaba de sus colegas occidentales, idealizaban de una manera a la vez ingenua y grandiosa. [...] Las autoridades soviéticas prohibieron en los siguientes quince años que se publicara un libro suyo y le cerraron el acceso a todas las revistas literarias. Nunca más se la autorizó a dar recitales. Se publicaron algunas traducciones hechas por ella, pero borrando su nombre. Su hijo Lev fue encarcelado de nuevo y sepultado en el gulag siberiano por trece años.”
El huesped del futuro.
2006-01-11 20:28 Y veinte años mayor, parece que fue lo de menos. Sin duda un excelente ejemplo de que alguien inteligente siempre seduce.
Muchos saludos.