Javier Armentia nos alecciona sobre las distintas maneras de medir el tiempo, y el progresivo descenso de la velocidad de rotación de la tierra:
Las 13 Uvas De 2005: “Y aquí es donde aparece el problema: tenemos por un lado un tiempo que viene dado por la oscilación de unos átomos en una cámara de microondas, y por otro, un tiempo que antes se medía a partir de las observaciones astronómicas de precisión (llamado durante más de un siglo «tiempo de las efemérides» —TE— y posteriormente «Tiempo Terrestre» —TT—). Con la precisión del nanosegundo, se pudo comprobar que ambos marcan escalas diferentes. Por ejemplo, el frenado a que está sometida la rotación terrestre debido a las mareas lunares crea un incremento en la duración del día de 1,7 milisegundos por siglo. Esto se convierte en una diferencia de aproximadamente 0,7 segundos en la duración del año, ¡cada año!.”