Suelo jactarme de conseguir haberme librado de supersticiones: ya jamás toco madera, ni evito los interiores de las escaleras —salvo si están tambaleantes— ni utilizo números especiales ni supuestamente mágicos para cubrir la primitiva. Pero, con la lotería me cuesta controlarme: compro aquí y allí, y me pone nervioso que se acerque el día y yo siga sin un número comprado en tal sitio que frecuento, de tal lugar en el que dicen que… Miguel Santaolalla: “Nunca dicen los ávidos loteros de la Bruja de Oro cuántos de los números que vendieron se han quedado sin premio. Sin embargo, mientras sigamos argumentando de un modo falaz parece que sus arcas se irán incrementando año tras año. Los sorteos de lotería son sucesos independientes, y ninguna administración (ni siquiera la que más números vende de nuestro país) puede anunciarse diciendo que al comprar el número en su negocio tenemos más probabilidad de que nos toque. Sin embargo, no son pocos los que se dejan llevar por las falacias argumentales. La matemática y la probabilidad se encargan de demostrar que conceptos como el de “suerte” o “mala suerte” (origen de toda superstición) no existen y se pueden interpretar como errores cognitivos.” Tiempos de supersticiones.