José María Delgado García,
El recuerdo es un cristal opaco: “Sabe todavía, a ciencia cierta puede ser, que está en el medio (rodeado) de desconocida gente y gente, algunos de aspecto pintoresco, otros de aspecto más familiar. Pero el problema es que no los sabe reconocer, ni su cerebro le permite recordar (por más que busca y busca por sus interminables laberintos neuronales) el nombre y la referencia del lugar en el que está, los nombres y las identidades de los que le rodean. ¿Los conoció alguna vez? ¿Estuvo alguna vez allí o aquí? Nuestro personaje no lo sabe, pero cabe sugerir que él y su cerebro son la misma (inseparable) cosa, y uno y otro mueven el mismo pie y piensan los mismos argumentos. Ambos juntos adquirieron un pasado que ahora desapareció.”