José Emilio Pacheco: “La religión electrónica e impresa erige dioses fugaces hechos de ondas y de papel. Nos fascinan y a la vez nos oprimen: nos exaltan y humillan; compensan nuestras infinitas frustraciones y las ahondan. Qué tragedia no tener el cuerpo de Bo Derek o la cara de Robert Redford o el talento incomparable, el aura mágica, los millones y millones de John Lennon (quien por su inmensa fortuna califica entre “the mighty British” en la nomenclatura de
Town and Country). Tanto brillo, tanto éxito, tanto dinero, tanta fama representan una invitación constante a la locura del antihéroe, nuestro contemporáneo; a la paranoia del iconoclasta en el sentido original del término. Diabolismo del pobrediablismo: Si no puedo hacer, destruyo. Si no puedo ser, hago que otro deje de ser. Así me vuelvo más fuerte que los fuertes. Gracias a la democratización de la pistola, soy como Dios: tengo poderes de vida y muerte. Eróstrato, grabo mi nombre en la historia; o al menos soy famoso—soy como ellos, soy uno de ellos—durante quince minutos. No hay muralla, no hay guardias que puedan contra mí, contra Abbadón, el ángel exterminador, el ángel de la muerte.
Apocalypse now,
Helter Skelter. Quemo lo que he adorado. Al inmolarlo me inmolo en su hoguera. Me enciende su gloria. Ahora ya nadie podrá separar mi nombre del suyo.”
Por el camino de John.