Xavier Sala i Martín,
Salvar el mundo puede ser perjudicial: “Los grandes planes de salvación universal no funcionan en África por la misma razón que nunca funcionaron en las economías planificadas:los administradores no tienen incentivos para tener en cuenta los deseos de los beneficiarios. Me explico: una empresa que no satisface a sus consumidores es castigada con la ruina y expulsada por el mercado; un gobierno democrático que no satisface a los votantes es castigado con la pérdida del poder y expulsado por los electores. En cambio, un burócrata de la ONU o del Banco Mundial que no satisface las necesidades de los africanos no es castigado. ¡Al contrario! Si hace las cosas mal, dirá que el país en cuestión “se está alejando de los objetivos del milenio” y acabará obteniendo… ¡un mayor presupuesto! (y ya saben ustedes que lo que más pone – con perdón- a los burócratas es un buen presupuesto) ¿Ven ustedes la perversión del sistema?
Y al no poder exigir responsabilidades, los ciudadanos africanos no tienen ni voz ni voto a la hora de decidir qué se debe hacer en sus pueblos. El problema es que son ellos y no nosotros (cantantes, expertos y políticos de países ricos) quienes saben cuáles son sus necesidades inmediatas. Conclusión: se construyen escuelas donde no hay estudiantes, hospitales donde no hay médicos y carreteras donde no hay coches. Es decir, el dinero se pierde en acciones tan inefectivas como indeseadas.”