Enrique Vila-Matas es uno de los mejores articulistas actuales. Su mérito no está sólo en el amplio bagaje cultural, la capacidad de asociar y traer anécdotas de apariencia heterogénea y la excelente prosa, sino que además es de los poquísimos
intelectuales que escribe sobre lo que sabe. En
La gloria solitaria hace un precioso recorrido por la soledad del artista, el jazz y la literatura, y el último libro de DeLillo: “Solitarios de gran coraje, ciertos genios atrincherados me han recordado esos deseos en Kafka de ser como un piel roja, siempre a caballo, pero sin ver ya la cabeza del caballo, a galope desenfrenado. Solitarios de sí mismos, los artistas de los que habla DeLillo terminaron siendo todos muy esquivos y apartándose. Thelonious Monk, por ejemplo, me trae el recuerdo de la gran cama de la habitación prohibida de mi abuela. Y es que, antes de aislarse ya para siempre, Monk pasó un buen tiempo durmiendo debajo del escenario en el que tocaba todas las noches.”