La selección argentina de fútbol tiene dos rivales primordiales: Brasil e Inglaterra. Pero Vicente Palermo alega que una rivalidad no es igual a la otra. “La rivalidad argentino-brasileña en fútbol es intensa y sin cortapisas, pero es esencialmente presente. Cada partido renueva el conflicto deportivo, que no sólo carece de connotaciones extradeportivas, sino de cualquier encono por ambas partes, enteramente desprovisto de cuentas que saldar. Brasileños y argentinos procuran en cada ocasión mostrar que son mejores ganándole a su más respetado rival. El talante común se expresa en la consabida afirmación de que en lo único en que somos irreconciliables es en el fútbol. La oposición futbolística argentino-inglesa es completamente diferente, y quizás el lector recuerde cómo se vivió entre nosotros la derrota argentina en el Mundial de 2002 o el tipo de manifestaciones que acompañó el triunfo en Inglaterra. No se trata solamente de la profusión de connotaciones extrafutbolísticas sino, sobre todo, de que es un vínculo establecido en el pasado: revive y restablece el pasado en cada ocasión.” Lo que ni el fútbol ni la vida perdonan.